Monje rojo, ¿dónde te escondes?


15 y 16 de noviembre de 2008

El fin de semana del 15 y 16 de Noviembre de 2008, Rafa, Montse, Rocco, Sergio, Bogdan, Javi, Carlos y Agux realizamos la travesía «Coterón – Reñada» por el ramal Codisera. Tardamos 8 horas en el trayecto, una hora menos de lo que marca el amigo Isidoro en su libro de Grandes Travesías, ya que no tuvimos ningún extravío, en parte gracias a nuestra magnífica intuición en los pasos conflictivos, y en parte porque hay un reflectante cada 25 m escasos a lo largo del camino 🙂

Bueno, paso a relataros la aventura tal y como yo la viví.

El sábado 15 nos levantamos prontito por la mañana (Javi, incluido, increible…) y a eso de las 9:30 AM estábamos en marcha. Como somos así de chulos, a pesar de la larga jornada que nos esperaba, un grupo se fue a Ramales a echar gasofa al carro, y el otro a tomar un café (por Bogdan, adicto enfermizo a la cafeína) y de paso comprar unas pilas. Los dos grupos quedamos cerca de Reñada, donde se quedarían los coches esperando a la salida de la travesía.

Carlos y Rocco, acompañados por un servidor, entramos por Reñada para inspeccionar el primer paso sifonante: El «agujero soplador». Carlos y Rocco se dieron el primer bañito (solo hasta la cintura, que no fue para tanto :-)) y percibieron el fuerte resoplido de este paso estrecho. Aunque existe un segundo paso sifonante llamado el «duck», está a más de 2 horas de camino desde Reñada, así que optamos por realizar la travesía dejando instalado el pozo de 55m de entrada por Coterón, para poder salir en caso de encontrarlo sifonado. Entramos a las 14:00h y como éramos 8, echamos más de 1,5h en descender todos este hermoso pozo de entrada.

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Andando hacia la boca de Coterón

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Cabecera del pozo de entrada

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Una vez dentro del sistema, avanzamos por la galería de los gours, siguiendo los reflectantes hasta el primer paso «raro», que consiste en un paso ascendente entre bloques, poco evidente. En breve llegamos a la sala Borde del Mundo, en la que realmente su terraza y las vistas que se tienen desde este balcón, hacen honor a su nombre. Enseguida alcanzamos el paso que se supone más conflictivo, que es la bifurcación entre los ramales P69 y Codisera. La verdad es que apenas dudamos 2 minutos, y más por el hecho de parecernos tan sencilla la decisión.

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Borde del Mundo

A partir de este punto, le tocó a Montse disfrutar en la zona del meandro desfondado, donde algunos graciosos agujeros te obligan a a echar las patas bien abiertas a los dos lados de la galería. En esta zona las galerías son tubos freáticos de sección circular que casi no parecen hechos por la naturaleza, sino artificiales, por su perfecta sección circular. A continuación llegamos sin más complicación al meandro estrecho que se bifurca, y donde se debe coger el de la izquierda.

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Meandro

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Galerias de presión

Si pensábamos que el meandro anterior era estrecho, el siguiente fue mucho peor, y si no que se lo pregunten a Bogdan. Durante unos 500m hay que arrastrarse por este meandro, donde no está nada claro si es mejor avanzar por el techo o por el suelo de la galería. Cada uno lo atravesó como pudo. El cachondo de Bogdan, que llegó sudando como una fuente a la sala arenosa de salida, nada mas llegar me preguntó con ojos suplicantes si íbamos a hacer una parada en ese punto. Nada mas sentarse, y aún congestionado por el esfuerzo, lo primero que hizo fue encenderse un cigarro. Este gente de los Cárpatos es de otra pasta…

Tras este descanso proseguimos nuestra ruta alcanzando el segundo paso conflictivo. Se trata de una sala plagada de bloques donde primero hay que ascender una caótica rampa y posteriormente encontar un agujero para descencer al río que aflora en la Sala de los Dos Sifones, lugar donde el estruendo del río es espectacular.

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Sala de los dos sifones

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Tras el río, llegamos rápidamente al lago, donde paramos a comer antes de cruzarlo. El lago se cruza primero por unos pasamanos, y despues mojándose hasta la cintura más o menos (se debe cruzar pegados a la orilla izquierda). Algunos contaron con la inestimable ayuda de Sergio, que aprovechó para refrescarse en este punto. La visión de un tío en cueros dentro de una cueva sujetando a sus compañeros para no caerse al lago, es imborrable 🙂

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En el lago…que frío!!!

Casi todos agradecimos el remojón del lago por lo calurosa que es la cueva, en la que en ningún momento, ni siquiera en las paradas, pasamos nada de frío. Desde aquí ascendimos el Borde del Universo, una fuerte rampa de bloques donde hay un balcón importante arriba del todo, el que bajamos destrepando para ascender de nuevo una rampa al Castle Hall.

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Borde del Universo

A partir de este punto, Rafa se puso de guía para conducirnos a conocer al curioso habitante de esta cavidad. Tras alguna que otra vuelta y despues de disfrutar de una magnífica colada rojiza que forma una cortina, nos encontramos por sorpresa con una alta figura que está clavada al pie de la galería: El Monje Rojo. Si no hicimos 100 fotos allí, no hicimos ninguna 🙂

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El Monje Rojo y otras formaciones

Desde aquí proseguimos nuestra ruta disfrutando de las formaciones existentes hasta llegar al Duck. En el pre-Duck, durante unos 30m ya pruebas el agua, pero en los 5m finales estrechos, te rebozas a base de bien por el barro. Una vez cruzado, quedaba el chapoteo por las pozas de arcilla donde es fácil dejarse las botas hundidas en el lodo.

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Salida del duck

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Pasos en el barro

Un pequeño empujoncillo en una rampa de subida casi manda a Montse a propulsión al otro lado de la rampa. Cuando llegué al «agujero soplador», me pareció más estrecho e inundado de que lo que yo recordaba. Cruzamos el lago de salida y salimos por la boca de Reñada a eso de las 10:00, 8h despues de entrar por Coterón. Totalmente embarrados pero contentos por la aventura vivida, regresamos a los coches. Paramos en Riba a hidratarnos a base de cervezas como es debido por la pérdida de líquidos.

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En la salida

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