Por Marta.
El proyecto Machaypampa se inicia allá por el año 2000 por el grupo espeleológico madrileño ESPELOKANDIL quiénes realizan varias expediciones, cada dos, años desde 2003; uniéndose a las mismas algunos miembros de GEODA en el año 2009, continuando las expediciones bianuales desde entonces.
El grueso de las mismas se centra en la cavidad denominada INTIMACHAY que ofrece un gran potencial, tanto desde el punto de vista espeleológico como arqueológico. Por tal motivo, en el año 2014 se plantea una expedición internacional con el objetivo de explorar y topografiar por completo dicha cavidad, si bien la exploración se vio truncada por el desgraciado accidente sufrido por nuestro querido compañero Cecilio López-Tercero (¡para servirles!) que le mantuvo la friolera de 13 días en el interior de la cueva a más de 300 metros de profundidad con una lesión lumbar (vamos, menos de medio confinamiento actual).
Regresando en 2015 y 2017, si bien con fines distintos a la exploración propiamente dicha, se plantea una gran expedición para el año 2019 que tuvo lugar entre los días 11 y 24 de agosto y en la que participaron 35 espeleólogos provenientes de España, Ecuador y otros puntos de Perú. Tomando parte varios miembros de GEODA: Yess, Yola, Irache, Miguel EMT, Minerva, Jon, Bitas, Ceci, Jorge y yo (Marta).
Si bien la exploración de la cavidad constituía el fin primordial de los trabajos de 2019, la parte arqueológica ocupó un papel fundamental, ante la importancia de los restos encontrados en anteriores expediciones, tomando parte en la expedición varios arqueólogos que encontraron, señalizaron y reseñaron numerosos restos.

La cueva de INTIMACHAY, que se localiza en el departamento de Leymebamba y se encuentra en un entorno privilegiado que por sí solo merece una visita, presenta dos entradas si bien una de ellas es la principal y la única por la que hemos accedido, tratándose de una rampa destrepable de aproximadamente 15 metros, si bien se encuentra equipada para su descenso por cuerda por comodidad y, sobre todo, seguridad.

Tras atravesar una primera sala (Sala de los Niños), en la que se encuentran numerosos restos arqueológicos, se continúa avanzando por un meandro con numerosos resaltes cortos, -equipados todos para la ocasión-, llegando a nuevas salas (tales como Sala de la Vasija, Sala Seca, Sala Teresita), en algunas de las cuales encontramos igualmente restos arqueológicos así como galerías laterales, algunas de las cuales también han sido objeto de exploración (como la que lleva a la espectacular Sala Blanca, descubierta en 2017, que ya no es tan blanca lamentablemente). Tras ellas, se llega a la Galería Negra, (porque tiene ese color, no hay que complicarse con los nombres), de donde proviene un importante aporte de agua que nos acompaña hasta La Pérdida, (imaginaros el porqué de su nombre), y que en ocasiones te hace progresar estirándote cual chicle para no acabar empapado.
Como la intención era que los tres grupos que fueran a punta pernoctaran en el interior de la cueva, se montó, tras La Pérdida, un vivac en la zona que mejor nos pareció si bien finalmente solo un grupo durmió una noche ya que, antes sus quejas, los dos grupos que entramos posteriormente decidimos entrar y salir en el día y no utilizar el vivac (que tenía buena pinta, dicho sea de paso).
Llegando los tres grupos de punta, en días consecutivos, a la Sala de los 13 días (¿a qué no adivináis porqué se llama así?), si bien ninguno encontramos continuación, salvo una galería que se estrecha hasta el punto de impedir la progresión, al menos con la seguridad que exige una exploración de este tipo.
Por lo que, para nuestra sorpresa y disgusto, la cueva alcanza su desarrollo máximo a pocos metros de donde se encuentra la Sala de los 13 días, siendo su desarrollo total de 1973 metros y la profundidad máxima la de -335 m.

Siendo la octava cavidad de Perú en cuanto a su desarrollo y la tercera en cuanto a su profundidad.
Quedó por explorar a fondo la Galería Negra, ya que al ser una zona muy inundada de barro su exploración es muy penosa, y aunque parece que llega hasta otra galería que cruza no se pudo encontrar. Quizá en otra ocasión.
Tras finalizar los trabajos de exploración, desinstalar la cueva y recoger los dos campamentos montados al efecto, regresamos a Leymebamba donde permanecimos varios días, exponiendo los resultados de la exploración a la población local y disfrutando de varios días de merecido descanso y no menos merecidas cervezas.
Reseñar la participación de varios miembros de la Policía de Montaña, (tras recibir la formación necesaria la primera semana de la expedición), y algún policial local (que recibió formación por parte del Proyecto en 2017).
Y el buen funcionamiento de los Tedras que nos permitió comunicar desde el interior de la cavidad tanto con el exterior como con otros grupos que se encontraban dentro (es casi magia).

Una gran experiencia a nivel espeleológico y personal, con grandes compañeros y en un paraje espectacular.
Tenéis la memoria completa de la exploración y de otras anteriores en www.machaypampa.info, y próximamente nuestro compis Jon y Bitas nos obsequiarán con un pedazo documental que llevan meses currándose y que estamos deseosos de poder ver.